miércoles, 27 de febrero de 2013

dos

Ay, Ingrid. Por qué? Por qué decidiste morir?

Justo cuando todo andaba bien -creo - rodeada de tantas personas dispuestas a escuchar lo que saldría de adentro, de lo adecuado, de tu savia... maldita seas, Ingrid. Hubiera renacido tu alma entre oídos finos y sonidos anticuados. Como tú. Descansa en paz, música, hazlo sin vacilar y sin trampas. No te olvides de los robles que te protegieron con sus brazos angustiosamente arrugados por la iluminación; de los granos de arena que acumulados en millones, te protegieron el corazòn desierto que posees.

Ay, Ingrid. Renace pronto.